En la ciudad de Buenos aires, cada día, y durante 40 minutos; una abuela ejercita a vecinos en confinamiento como si de un gimnasio se tratara. Irma Mogilevsky, es una profesora de gimnasia de 76 años que ha logrado desentumecer a los vecinos durante la cuarentena por coronavirus.
La profesora de educación física ayuda a olvidar los problemas y ejercitar los músculos a sus compañeros de edificio; obligados a estar encerrados o a trabajar desde sus hogares frente a la computadora.
“Soy inquieta y hace tiempo que estoy jubilada… En el WhatsApp los invité a sumarse y aparecieron un montón”, comentó este lunes 11-M Mogilevsky a The Associated Press poco antes de realizar una clase donde mezcló gimnasia danesa, sueca y algunos ejercicios de su autoría.
“Varios pasos atrás y adelante; me siento, subo, bajo, subo…eso, ahí”, se le oye decir de manera animada a esta argentina de cabello canoso; poca estatura y piernas firmemente moldeadas enfundadas en unos pegados pantalones de color negro.
Asimismo, muchos de sus alumnos no realizaban ejercicio antes del confinamiento que obligó a los gimnasios a cerrar sus puertas. Ahora son fanáticos.
El edificio reúne las condiciones exactas para que puedan moverse mientras ven a la profesora. Poseen un patio de gran tamaño donde Mogilevsky se coloca y cuatro pisos que lo rodean con balcones bastante amplios y con suficiente profundidad para poder avanzar y retroceder.
Del mismo modo, Saul Drajer, de 81 años y esposo de Mogilevsky, es la persona que se encarga de colocar la música de ambiente.
Lazos de hermandad y de unión entre los vecinos
La abuela ejercita a vecinos en confinamiento, y según ella las clases junto a los vecinos, que en el peor momento del aislamiento iniciado el 20 de marzo llegó a tener 30 vecinos, lograron que los lazos se estrecharan y varios encontraran un lugar para volcar su desasosiego.
“Nos sirvieron para aunarnos mucho más. Esta vecindad es muy activa y se relaciona muy bien, pero creo que ahora se relaciona mejor” agregó.
Mogilevsky enseña movimientos en el cuerpo que no son difíciles y resultan terapéuticos. Mientras la abuela se movía decidida y con agilidad, muchos de los vecinos ubicados en el patio la seguían atentamente y otros la imitaban desde los balcones.
“Como uno está quieto, cualquier cosa que hagas va a ser útil; cualquier cosa que hagas que dé fuerza a espalda, glúteos y piernas”, manifestó.
Continúa leyendo: Bañarse con dolor de cabeza ¿es o no es peligroso?
Únete a nuestro canal en Telegram Noticiero de Venezuela