La prensa afgana sufre desde el principio de la llegada al poder de los talibanes. El 70% de los periodistas han dejado de trabajar y ningún diario llega ahora mismo a los lectores en formato papel, según denuncia la Unión Nacional de Periodistas Afganos (ANJU, según sus siglas en inglés), reseña el diario El País de España.
El Emirato impone un nuevo y criticado catálogo de restricciones y se suceden las detenciones, palizas, amenazas, cierre de medios, huida al extranjero de reporteros y hasta algún asesinato. Tal es el caso de Sayyid Maroof Sadat, un conocido informador que murió de varios disparos en la ciudad de Jalalabad el 2 de octubre.
Organizaciones como Human Rights Watch (HRW) o Reporteros Sin Fronteras (RSF) han dado la voz de alarma.
Todo se une a una galopante crisis económica de las empresas en un país en el que los medios escritos siguen en desventaja frente a los audiovisuales, sobre los que también recae la presión del nuevo régimen.
Pese a la mejora en las dos últimas décadas, la tasa de alfabetización es del 43% y el analfabetismo femenino casi dobla al masculino, según datos de la ONU. En medio de la precariedad y el miedo, la autocensura gana terreno en el panorama mediático. “Un poco”, reconoce Hasib Bahesh, redactor jefe de Hasht-e-Subh (8am, en inglés), al ser preguntado al respecto.
Las 11 normas impuestas por los talibanes obligan a los periodistas, entre otras cosas, a no publicar contenidos contrarios al islam; que ataquen a la autoridad o violen la intimidad. “Estas nuevas normas son escalofriantes por el uso coercitivo que se puede hacer de ellas, y auguran un mal futuro para la independencia y el pluralismo periodísticos en Afganistán”; alerta en un comunicado Christophe Deloire, secretario general de RSF; organización que sitúa a este país en el puesto 122 de 180 en el baremo mundial de la libertad de prensa. talibán fulmina la prensa libre
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