A lo largo de la historia, diversas creaciones literarias han perdurado a través de distintas épocas y culturas, brindando una penetrante comprensión de la complejidad del ser humano. Desde la Biblia hasta las obras de Shakespeare, estos escritos encierran una sabiduría acumulada a lo largo de milenios, explorando las profundidades del alma humana de manera intemporal y ofreciendo curación en la poesía.
Esta capacidad de revelar verdades universales sobre la condición humana otorga a estas obras un poder sanador, reconocido desde tiempos antiguos. La poesía, vista como una forma de terapia desde la antigüedad, encuentra su raíz en prácticas como la catarsis de la tragedia griega. Esta buscaba purificar al espectador de sus propias pasiones, ofreciendo una experiencia liberadora que armonizaba el alma.
Desde los filósofos clásicos como Platón y Aristóteles hasta los pitagóricos. Se reflexionaba sobre el efecto purificador de los discursos poéticos y la capacidad de la música para elevar y purificar el espíritu.
La capacidad de curación con la poesía
En tiempos modernos, tanto poetas como José Hierro como pensadores como Walter Benjamin han resaltado el potencial curativo de la poesía y la narrativa en el proceso de sanación del alma. Específicamente, se ha observado que la narrativa posee un poder terapéutico significativo, capaz de abrir los confines internos que la enfermedad puede revelar.
Los románticos argumentaban que diversas formas de narrativas, ya fuera la religión, los rituales o la conexión con el cosmos, proporcionaban consuelo en un mundo que, de otro modo, se percibirá como desencantado. Martin Heidegger sugería que la poesía tenía la capacidad de reconectar con lo trascendental y lo cósmico. Dando voz a los anhelos más profundos del corazón humano.
Para muchos poetas y filósofos, la poesía supera los límites de la razón al integrar distintos aspectos del ser humano en una experiencia unificada. Giacomo Leopardi advertía sobre los peligros de una razón excesiva, mientras que Novalis indicaba que la poesía podía curar las heridas infligidas por la razón.
En su esencia, la poesía busca fusionar hechos, objetos y significados en una identidad coherente. Los teóricos de la expresión poética han subrayado su habilidad para ofrecer una visión penetrante de la realidad. Más profunda que la que proporciona la mera razón.
Aunque la investigación sobre la lectura como terapia psicológica es limitada, muchas personas han experimentado personalmente el poder sanador de la gran literatura. A través de sus efectos físicos, psicológicos y emocionales, estas obras continúan brindando consuelo y comprensión a lo largo del tiempo.
Sanación del alma a través de las palabras
El impacto transformador de la poesía es fundamentalmente amplio. No se limita exclusivamente al género poético, sino que se extiende a diversas formas literarias, desde novelas hasta ensayos filosóficos.
Como Percy B. Shelley destacó, la esencia poética va más allá de las fronteras de un género específico, siendo crucial para comprender la plenitud de la experiencia humana. Ya sea en la poesía o la literatura venezolana, africana, rusa u otras, todas alcanzan una dimensión trascendental y curación en la poesía.
En su esencia, el poeta desempeña un papel terapéutico al señalar las heridas comunes que compartimos y al ofrecer un sendero hacia la sanación del alma a través de la poesía. A diferencia de los tratamientos médicos convencionales, la poesía tiene la capacidad de perdurar en el tiempo, manteniendo su frescura y relevancia a lo largo de las generaciones.
