Este 11 de abril se celebra el Día mundial del Parkinson. Es considerada la segunda enfermedad neurodegenerativa más frecuente, después del Alzhéimer.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), a nivel global la discapacidad y las defunciones por esta dolencia aumentan más rápidamente que las de cualquier otro trastorno neurológico.
Esta enfermedad aparece cuando unas células del cerebro -encargadas de producir dopamina, un neurotransmisor que regula el movimiento- detienen su producción.
Si bien este tipo de enfermedades muchas veces se asocian al paso del tiempo y a la edad avanzada, dándose el diagnóstico generalmente entre los 55 y 60 años.
Un 11 de abril del año 1997 la Organización Mundial de la Salud declaró el Día Mundial del Parkinson, una fecha que conmemora esta enfermedad descubierta por el británico James Parkinson en 1817, quien también nació un día como hoy.
Cuáles son los síntomas del Parkinson
Los síntomas del Parkinson aparecen de forma progresiva, afectando algunas zonas del cuerpo como las manos, los brazos, las piernas y la cara. Luego se extiende a todo el cuerpo, causando rigidez motora, temblores, problemas de equilibrio y coordinación.
Al principio son muy sutiles, por lo que puede que no sean percibidas. Sin embargo, a medida que pasa el tiempo y el deterioro neurológico incrementa, se manifiestan otros signos que dependen de cada persona y de cada caso.
Los síntomas más comunes suelen ser los siguientes:
Temblores: se trata de sacudidas rítmicas involuntarias que comienzan en las extremidades, como las manos o los dedos.
Rigidez muscular: esta es una sensación que causa dolor y limita la movilidad del cuerpo.
Bradicinesia: son movimientos lentos que se realizan de manera involuntaria al realizar tareas simples. Esto provoca dificultad a la hora de llevar a cabo ciertas acciones que involucren el uso del cuerpo.
Pérdida del equilibrio: es la sensación de fuerte inestabilidad o mareo. Se hace presente con una postura diferente, generalmente más encorvada, y puede derivar en caídas repentinas.
Pasos más cortos: se da cuando la persona presenta mayor dificultad a la hora de dirigirse de un lugar al otro y, en muchos casos, arrastra los pies al intentar caminar.
Pérdida de reflejos: se reduce la capacidad de respuesta y de llevar a cabo movimientos que suelen ser automáticos para las personas.
Con información / La Nación
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