Con un muro de hormigón, torres de vigilancia, zanjas y drones, Turquía está reforzando el control de su montañosa frontera con Irán, de 560 kilómetros; por donde llegan muchos de los refugiados afganos que huyen del avance de los talibanes en su país.
Según informó este miércoles la emisora CNNTürk, en la provincia de Van -principal puerta de entrada de los inmigrantes que llegan desde Irán- el muro modular; formado por secciones prefabricadas de hormigón de 3 metros de altura, 2,80 metros de ancho y 7 toneladas de peso; contará también con «torres inteligentes».
Se trata de 45 pequeñas torres de comunicación con cámaras térmicas, radares y sensores para detectar el acercamiento de personas en la zona; precisó la agencia Anadolu.
Tras concluirse estas obras, previsiblemente a finales de año, la muralla abarcará la totalidad de la línea fronteriza de Van, de 63 kilómetros; de los que ya se han completado tres kilómetros, indicó el gobernador de la provincia, Mehmet Emin Bilmez.
El tramo de Van se sumará así a los 144 kilómetros amurallados que ya ha levantado Turquía en la frontera de la provincia de Agri con Irán; unas obras que se llevaron a cabo después de terminarse un muro similar en el linde con Siria.
Para «hacer más segura la frontera», continúan las excavaciones de trincheras, con 110 kilómetros de zanjas ya acabados; y la construcción de 181 torres de vigilancia, de las que 76 ya están instaladas, indicó Bilmez.
Según el gobernador, el objetivo de estas medidas es impedir los cruces ilegales de la frontera, las actividades de contrabando y la infiltración de terroristas.
Hasta el momento, las autoridades turcas han negado informaciones de la prensa nacional e internacional; sobre un notable incremento del flujo de refugiados afganos en Turquía desde que Estados Unidos y la OTAN comenzaran a retirar sus tropas de Afganistán.
No obstante, las autoridades turcas han desplegado recientemente fuerzas de seguridad adicionales a lo largo de la frontera iraní, que vigilan además con drones.
La migración afgana se ha convertido en una de las principales preocupaciones de la sociedad turca en las últimas semanas.
Las estimaciones de los medios apuntan a que entre 500 y 1.000 personas que huyen del aumento de la violencia en el país asiático entraron en suelo turco en el último mes.
Kemal Kilicdaroglu, presidente del socialdemócrata Partido Republicano del Pueblo (CHP), principal formación de la oposición; definió recientemente la oleada de migrantes como «una cuestión de existencia» para Turquía.
Esta semana, Ankara protestó por unas declaraciones a la prensa alemana del canciller federal austríaco, Sebastian Kurz; que nombró a Turquía como un país de destino más «adecuado» que la Unión Europea para acoger a refugiados procedentes de Afganistán.
En un comunicado, el Ministerio de Exteriores turco afirmó que Ankara está decidida a no permitir que el país sufra una nueva crisis migratoria masiva; a raíz del empeoramiento de la situación en la región.
«Turquía no será guardia de fronteras ni campo de refugiados de la Unión Europea», indicaba la nota.
EFE
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